Durante los últimos 50 años, la industria avícola nacional se ha modernizado, integrando a la producción los últimos avances en selección genética (cruce sexual entre individuos con características útiles de producción o reproducción), nutrición inteligente (dietas para el desarrollo y fuentes alternativas de alimentación) y otras tecnologías, que permiten la obtención natural de pollos con mayor tamaño en menor tiempo, ofreciendo al consumidor un producto sano que cumple con las especificaciones de la normatividad nacional e internacional vigente y que no supone un riesgo para la salud.
En la década de los 50, un pollo era alimentado durante 100 días para alcanzar un peso promedio de 2.1kg, para 1967, el tiempo de cría se había reducido a 67 días y en el año 2000 a los 52 días de edad, las aves ya alcanzaban pesos de hasta 2.3 Kg. En nuestro país, a las 42 semanas los pollos pesan en promedio 2.5 Kg y están listos para ser comercializados. La rápida ganancia de peso, sumada a la reducción en el tiempo de cría, hizo pensar a los consumidores que los pollos estaban siendo alimentados con hormonas y que eran estos compuestos los responsables del aumento en el tamaño.
Las hormonas, son sustancias químicas producidas naturalmente en el cuerpo humano y animal por el sistema endocrino y son responsables de regular los procesos bioquímicos que se llevan a cabo en el organismo, controlando las funciones del crecimiento, desarrollo psicomotriz y la reproducción, entre otras.
Pese a que entidades internacionales como la FDA (Administración de alimentos y medicamentos de los estados Unidos) y la FAO/WHO (Organización de las naciones Unidad para la Alimentación y agricultura/la Organización Mundial de la Salud) han aprobado el uso de algunas hormonas para aumentar la producción de carne bovina y porcina , en los países desarrollados y en la mayoría de países que presentan economías crecientes en el sector avícola el uso de éstas en alimentación o producción avícola está completamente prohibido .
Expertos advierten que el uso de hormonas en la industria avícola no tiene sentido bajo ninguna circunstancia “porque éstas simplemente no son en efectivas” debido a que su función se da a través del mismo mecanismo que promueve el crecimiento físico en las aves y que al igual que en los niños en crecimiento, a temprana edad, este mecanismo trabaja a toda su capacidad en función del desarrollo, por lo cual, es imposible que las hormonas produzcan algún aumento extra en talla o peso .
Adicional a que las hormonas no funcionen, se encuentran otras razones que definitivamente descartan su uso en la producción avícola, como lo son: La crianza exclusiva de pollos con la capacidad de ganar mucho peso naturalmente (pollos de engorde). Las nuevas tendencias de alimentación avícola (nutrición inteligente), en las que se utilizan dietas básicas compuestas de maíz, soja y sales minerales, suplementadas con aminoácidos esenciales como la lisina, que potencia el crecimiento de los animales y/o la treonina, importante promotor de las funciones del hígado y el sistema digestivo, la absorción de nutrientes y la síntesis de proteínas necesarias para el funcionamiento del cuerpo, el metabolismo de las grasas y la ganancia de musculatura . Los métodos de cría que mantienen las aves en reposo para que el ahorro de energía se convierta en ganancia de peso. Las dificultades que supone administrar hormonas y los altos costos que implica comprarlas .
Respecto a la ganancia de peso en los pollos de engorde, es posible afirmar que las tasas de crecimiento de las estirpes comerciales han cambiado como consecuencia de los estudios sobre selección genética adelantados en los últimos 45 años. La selección genética, se refiere a la combinación de las características más sobresalientes y útiles de cada raza, por medio del cruce sexual, para la formación de individuos con mejores atributos reproductivos (numero de huevos que ponen en cada ciclo) o de producción (peso corporal), por ejemplo: un gallo con la capacidad de ganar peso en poco tiempo se reproduce con una gallina que acumula mucho tejido en la pechuga, por medio de la selección, con varios cruces y en el tiempo, se obtendrán pollos que aumentan de peso en poco tiempo y que además tendrán grandes pechugas.
En base a criterios de selección genética, son comercializados pollos de estirpes Ross y Cobb que tienen la capacidad de convertir el alimento en masa muscular, quintuplicando su peso inicial en tan solo una semana . Actualmente, existen estirpes de pollo de engorde capaces de multiplicar su peso hasta 65 veces en menos de dos meses.
Investigaciones reportan las ventajas de la selección genética, respecto al crecimiento, adaptabilidad, aumento en la tasa de conversión del alimento en masa muscular y funcionamiento del sistema inmunológico de las aves. Los resultados mostraron que al comparar entre estirpes, la selección genética es responsable del 85% al 90% del incremento del peso corporal.
Esta demostrado que la ganancia de peso corporal y de tejido graso en la estirpe con mayor selección genética, es superior, al alcanzar un peso promedio/ave de 2.472 g en seis semanas, mientras que las aves pertenecientes a otros grupos sin selección genética pesan en promedio 585 g y 562 g, respectivamente.
El periodo de cría de las aves de corral es de 6 semanas, tiempo tras el cual, se consideran listas para el consumo humano y son comercializadas a nivel de punto de venta, grandes superficies, restaurantes y demás. Las cualidades de las líneas genéticas existentes en el mundo brindan la eficiencia requerida por los procesos de producción, haciendo innecesario el uso factores de crecimiento como las hormonas para aumentar la ganancia de peso o para disminuir el tiempo de cría.
El crecimiento de las aves es dependiente de la alimentación que representa aproximadamente el 70% del costo total de la producción, por lo cual uno de los objetivos específicos de la industria avícola es el mejoramiento de las fórmulas alimenticias, para obtener un mayor crecimiento de las aves, sin disminuir la calidad del alimento y por su puesto sin afectar su salud. Estudios científicos demuestran que la adición de aminoácidos a dietas básicas compuestas por proteínas, maíz amarillo, soja, sorgo, maní y minerales, contribuyen con la ganancia de peso de las aves, al aumentar el desarrollo muscular disminuyendo la presencia de tejido graso en la cavidad abdominal.
Existen diversos modelos de nutrición inteligente (formulas dietarias), que pueden ser utilizados en la producción avícola para ofrecer a las aves el máximo aporte nutricional. Lo que se traduce en la disminución de costos, sin incrementos importantes en la ingesta del alimento por ave, y, en un aumento significativo en la masa muscular.
Los estudios técnico-científicos en nutrición animal, suprimen la necesidad de utilizar factores de crecimiento como las hormonas, ya que las dietas básicas utilizadas en la producción avícola son más económicas y se fundamentan en procesos científicos avalados por la comunidad académica internacional.
A la selección genética y a las nuevas tendencias en alimentación, se suma que gran parte de la producción avícola, se desarrolla en galpones para limitar el movimiento de las aves en función del ahorro de energía. Estudios realizados desde 1972, en los que se compara la ganancia de peso de aves mantenidas en galpones contra aves criadas libremente, evidencian, que la actividad física realizada por las aves fuera del galpón disminuyen la ganancia de peso Adicionalmente, el estado de reposo en el que se crían los pollos, advierte que el uso de hormonas seria ineficiente, pues para que estas tengan algún efecto, las aves deben realizar una actividad física que active el metabolismo y de esa forma se potencie el desarrollo de la masa muscular .
La tecnificación continúa de los procesos avícolas nacionales, incluyen los aspectos ya mencionados (selección genética, nutrición inteligente y reducción de movimiento) como alternativas naturales para aumentar la ganancia de peso de las aves, sin generar costos para la producción o tener la necesidad de utilizar hormonas para el crecimiento.
Más razones
Las hormonas que ofrecerían mejores resultados para aumentar el tamaño en los pollos de engorde no pueden suministrarse a las aves en el alimento ya que no soportan el proceso digestivo y son desintegradas por los ácidos y jugos gástricos, perdiendo cualquier actividad. Para que las hormonas funcionen, deben suministrarse diariamente vía subcutánea (por debajo de la piel), de la misma manera que los pacientes diabéticos se inyectan la insulina, lo que requiere mano de obra especializada, genera sobrecostos por la compra de equipos de inyectología e incrementa el trabajo (horas/hombre), pues deberían inyectarse diariamente alrededor de 130.000 aves.. Teniendo en cuenta que en una explotación avícola son criados simultáneamente, resulta altamente dispendioso, costoso e innecesario el suministro de hormonas como parte integral de la producción, pues es físicamente imposible la aplicación de inyecciones diarias.
Por otro lado, las hormonas en la industria avícola son utilizadas únicamente con fines de investigación, por lo que no existe un mercado para su producción, haciendo no rentable ni sostenible su aplicación en la producción avícola. Lo anterior reviste importancia, si se tiene en cuenta, que un frasco de una hormona como el estradiol (hormona sexual empleada en bovinos, porcinos y no autorizada en aves de corral), de 0.5mg que cuesta alrededor de $30 USD, valor equivalente al precio en el mercado de 10 pollos.
Los altos costos asociados a la obtención de hormonas comerciales, el tamaño de cada lote de producción en relación con la necesidad de inyectarlas, la falta de estudios disponibles en los que se puntualicen las dosis y los efectos de las hormonas sintéticas en las aves, el hecho de que el precio de la producción del pollo en pie/kg sea menor de lo que valdrían las aplicaciones hormonales, sumado a que el uso de hormonas implica riesgos para la salud de las aves y del consumidor, hacen absolutamente innecesario e insolvente su uso en la producción avícola.
Todo lo anterior, es razón suficiente para enfatizar que en la industria avícola nacional no se utilizan hormonas como factores de crecimiento.